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LA CRISIS EN SALUD EN EL PERÚ ES MÁS QUE UNA HUELGA: UN GOBIERNO QUE PARECE INDIFERENTE


Dr. Addhemar H.M. Sierralta*

Detrás de la huelga médica, en el Perú, existe un subyacente malestar y temor de la población por su gobierno, que habiendo recibido facultades extraordinarias del Congreso para resolver el problema de salud, pareciera no tener un horizonte claro para solucionarlo.

POBRE GASTO PER CÁPITA EN SALUD.

Según la Federación Médica Peruana, Foro Salud y la Academia Peruana de Salud, “para que el Perú pueda avanzar en salud, la prioridad es afrontar la inaceptable inequidad en el gasto anual per cápita, que en el Seguro Integral de Salud (SIS) con apenas 35 dólares al año en el 2012 fue equivalente solo al 16% del gasto anual per cápita de ESSALUD (223 dólares). Peor aún, fue equivalente al 7% del promedio de dicho gasto en América del Sur (493 dólares), al 1% en España (3,032 dólares) y al 0.44% del gasto per cápita en los Estados Unidos (7,960 dólares), según los datos de OMS 2009”.

MÁS DE 11,000 PROFESIONALES MIGRARON DESDE EL 2011.

A esto se le puede añadir la inadecuada política de recursos humanos de los profesionales de salud en el país. Ello ha determinado, como lo informáramos hace unos días, una altísima migración hacia el extranjero de los mismos, situación jamás ocurrida, tanto que el éxodo de médicos y enfermeros es de 11,054 profesionales entre el 2011, el 2012 y los primeros seis meses del 2013.

La salud, según estas instituciones mencionadas anteriormente, atraviesa una situación muy compleja en el país, con innumerables problemas, lo cual viene distanciando al gobierno de los usuarios, profesionales y trabajadores, sin que las autoridades del sector estén en capacidad de viabilizar una salida adecuada.

SOLUCIONES ANTITÉCNICAS.

Un aspecto que pone en riesgo la salud ha sido la “aparente solución” que ha dado el gobierno al establecerse que los pacientes de los hospitales del Ministerio de Salud, adscritos al SIS, puedan atenderse también en los centros de ESSALUD. Es sabido que estos últimos son pertenecientes a los trabajadores peruanos y que es el Estado peruano es el mayor deudor de las contribuciones a este seguro. Nada asegura la financiación de esta atención y lo más probable es que se agrave la pésima atención que hoy brinda ESSALUD con el advenimiento de millones de usuarios adicionales.

Al respecto las instituciones, FMP, FS y APS, señalan que “no es aceptable asumir la salud y el aseguramiento como simples objetos de mercado, así se postergarían indefinidamente los derechos humanos y la prioridad que deben tener las políticas del Estado. En consecuencia, es indispensable utilizar correctamente las facultades legislativas autorizadas al Poder Ejecutivo para plasmar cambios modernos en salud y seguridad social hacia el logro del derecho a la salud de todos los peruanos”.

POSIBLES SOLUCIONES NO ESCUCHADAS.

A propósito de todo esto el gobierno debe recordar, que oportunamente, la Academia Peruana de Salud, propuso para resolver la atención médica universal, de quienes no la tienen, optar por una financiación compartida que tendría aportes individualizados a través de los comprobantes que se emitan por el consumo de estos nuevos asegurados, en un porcentaje por definir del IGV, y complementado por el presupuesto nacional. De esta manera se podría hacer frente a los gastos sin tener que involucrar a ESSALUD que es una entidad privada en crisis y a la que no se le puede cargar una situación que tiene otras formas para ser enfrentada. Esperemos que no se hagan los de los oídos sordos.

(*) El doctor Addhemar Sierralta es miembro del Consejo Directivo de la Academia Peruana de Salud.


LA POBREZA EN EL PERÚ Y EL MUNDO



Dr. Christian R. Miranda*

I. INTRODUCCIÓN

Si hablamos de equidad como la constante búsqueda de la justicia social que asegure a todas las personas condiciones de vida y de trabajo dignas e igualitarias, en una civilización con equidad la pobreza no debería existir. Por el contrario, la pobreza en el mundo representa la máxima expresión de inequidad.

La pobreza engendra pobreza, que a su vez engendrará mayor pobreza. Analicemos cómo un niño desnutrido pudo haber contribuido a que su desnutrición se haga crónica debido a su pobre capacidad de succión del pecho de su madre (deficiente lactancia materna), su pobre reacción al ambiente y también debido a una nula estimulación materna. Los resultados nos demuestran lo injusto que es esto y las trágicas consecuencias irreversibles sobre sus potencialidades, especialmente sus habilidades cognitivas. Así mismo, asociado a la pobreza, el niño desnutrido puede sufrir los efectos de las insuficientes oportunidades de aprendizaje, la ausencia de respuesta a los estímulos ambientales a causa de la apatía por la misma deficiencia nutricional y la carencia afectiva que suele acompañar a las familias pobres, en las cuales los padres laboran todo el día.

Al hablar de la pobreza, nos resulta imposible no ir al otro extremo. Y en el análisis histórico, encontramos que la riqueza y el número de personas que tienen acceso a ella han crecido desde el año 1500, donde sólo el 1% eran ricos. El sistema capitalista ha producido las llamadas «clases medias», que quizás han llegado a estar formadas por el 15% de las personas; pero ese mismo capitalismo produjo la paradoja de que con su expansión y crecimiento no ha mejorado la situación socioeconómica de los más pobres, perjudicando con ello a un 30% de la humanidad.1

Es innegable que la población en estado de pobreza es muy vulnerable. Amartya Sen, nos dice: «La salud, como la educación, se encuentra entre las capacidades básicas que confieren valor a la vida humana», algo que pareciera olvidamos.2

El Banco Mundial, en 1990, informó que los pobres en todos los países en desarrollo constituían en 1985 un tercio de la población mundial. Con fines operativos se determinó que aquellos con ingreso per cápita menor de 370 dólares eran considerados «pobres», mientras que aquellos con menos de 275 dólares al año eran «extremadamente pobres».3

II. LA SITUACIÓN DEL PROBLEMA

LA POBREZA MUNDIAL

Cada seis segundos muere un niño a causa de problemas relacionados con la desnutrición. El hambre sigue siendo la mayor tragedia y el mayor escándalo del mundo.4

En 1981, cada dos segundos un niño pagaba con su vida el hecho de que su familia no tuviese al menos 100 dólares, justo lo necesario para cubrir sus requerimientos más básicos para que pudiese subsistir. Hoy en día, si hubiésemos llegado a cumplir los retos de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, 30 millones de niños y niñas que no lograron sobrevivir, ahora vivirían para ver un mundo diferente, más justo y humanizado.5

Del medio millón de mujeres que fallecen anualmente durante el embarazo o el parto, el 99% vivían en los países en desarrollo.6

Jacques Attalis en su libro «Nómadas ricos y nómadas pobres» realiza comparaciones entre los del «jet set» y los «boat people», es decir entre las personas «carne de revistas o páginas sociales» y las personas que huyen en botes de su país pero que no encuentran puerto al arribar. Los contrastes y las relaciones entre países y grupos sociales descritos en dicho libro nos proporcionan una imagen más adecuada sobre el mundo en que vivimos. Mientras que los primeros usan los yates como medios para expresar su lujo y sun-tuosidad, los segundos utilizan los botes para salir de una Cuba «castrista» o para salir del norte de África y dirigirse hacia Miami o hacia la puerta trasera de Europa, España, respectivamente.7

La pobreza en el tercer mundo no es secundaria y sin importancia para los países ricos, que podrían pensar que esto no es un problema. A no ser que las naciones afronten el doble problema de la creciente pobreza en el tercer mundo y la también creciente inequidad internacional, la economía global y el medio ambiente continuarán deteriorándose de manera acelerada.4 Según algunos cálculos, de seguir así con la actual tendencia, la mitad de la humanidad llegaría a estar en la situación de pobreza absoluta entre los años 2050 y 2075.5

Resulta indudable que en los países en vías de desarrollo las tasas de mortalidad son mucho más altas que en sus pares occidentales. Aunque sobreviven más del 70% de los infantes con peso al nacer entre 501 y 1000 gramos, el 9% de ellos sufren serias hemorragias intracerebrales. Los niños con extremada prematuridad tienen un riesgo elevado de sufrir parálisis cerebral, ceguera, sordera, hipotonía severa o retraso en el desarrollo, que persistirá hasta la adultez, lo que ha sido demostrado por los menores niveles educacionales alcanzados por estos en comparación con sus pares no prematuros.6

La pobreza de un país o una sociedad se refleja en sus indicadores de desarrollo: la esperanza de vida al nacer, los años de educación alcanzada en promedio, el ingreso nacional bruto, las tasas de mortalidad materna, la tasa de mortalidad infantil, etc.

Según el Index Mundi, en 1995, Islandia tenía la tasa más baja de mortalidad infantil en el mundo (3 muertes/1.000 nacidos vivos), mientras que en Guinea Bissau la tasa era de 96,3 y en el Perú, 22,2.8 *

Es importante observar que los cambios en la mortalidad infantil es un indicador de la salud y también de asuntos relacionados directamente con la salud y sus determinantes; por ende, es un indicador fiel del grado de desarrollo de un país.

En el 2005, Guinea Bissau estaba en el puesto número 172 de 177 países con respecto al índice de desarrollo humano; en el 2010, bajó al puesto 176, con una expectativa de vida al nacer de 48 años. En el 2005 mismo año, Islandia ocupaba el puesto número 2 en dicha escala. También en el 2005, el Perú es¬taba en el puesto 87, pero cinco años después se colocó en el número 63.8,9 †

Al comparar las condiciones de vida en Islandia y Guinea Bissau, Einarsdóttir encontró diferencias muy marcadas entre ambos países en términos de mortalidad infantil y accesos a los recursos, con una gran escasez y falta de asistencia primaria y de todo tipo en el país africano.8

POBREZA EN EL PERÚ Y AMÉRICA LATINA

En América Latina se han gastado billones de dólares anuales para subsidiar o proveer alimentos para gente en riesgo de desnutrición, a un costo de veinte dólares por beneficiario o cuatro dólares per cápita. Sin embargo, la prevalencia de la desnutrición se mantiene. Esto demuestra que los programas alimentarios y de nutrición infantil están pobremente dirigidos o son inefectivos.10

Los precios de los alimentos tienen un fuerte impacto en la economía de los más pobres, ya que el 60 a 80 % de sus ingresos se gasta en alimentación. Y lamentablemente, el acceso a los alimentos no asegura su consumo.11

En el Perú, desde 1997 hasta el 2005 se han gastado en programas alimentarios 2.000 millones de dólares, es decir 260 millones de dólares anuales en promedio, y no se logró reducir la desnutrición crónica,10 pues en 1996 la desnutrición crónica afectaba al 25,8% de los niños menores de cinco años y en el 2005, al 24,2%, es decir que ha permanecido casi constante durante una década.12,13

El año 2006, aproximadamente 308.000 niños, de ambos sexos, de América Latina y el Caribe murieron antes de cumplir los 5 años, en su mayoría por causas que podrían haberse evitado mediante la ampliación de las intervenciones de atención sanitaria primaria en las comunidades excluidas de dichos servicios.14 Ocurrieron 15 muertes neonatales por cada 1.000 nacimientos vivos, de las cuales aproximadamente el 40% fueron por causas como bajo peso al nacer, asfixias y septicemia.14,15

El informe anual mundial de la UNICEF correspondiente al año 2008, al referirse a América latina y el Caribe, se centra en los tres países de la región que presentan las cifras más elevadas de mortalidad infantil: Haití, Brasil y México. Lo paradójico es que estos últimos son países que están en constante crecimiento y tienen un futuro promisorio, aunque presentan altas tasas de violencia e inequidad. Existen esfuerzos muy grandes en América Latina para tratar de contrarrestar el hambre en nuestras comunidades; entre los más conocidos destacan: el programa de trabajadores sanitarios de ámbito comunitario, del Brasil; los programas Zanmi-Lasante de ámbito comunitario, de Haití; el modelo mexicano de reforma sanitaria, una estrategia diagonal; el programa México Progresa; las brigadas médicas móviles de Nicaragua, para llevar la atención sanitaria a comunida¬des más alejadas e históricamente excluidas y el programa de Desarrollo Humano Sostenible en Río Santiago, que es una estrategia específica orientada a prestar servicios a los grupos indígenas que habitan la región fronteriza entre el Perú y el Ecuador.14,16

En Chile, la Corporación para la Nutrición Infantil (CONIN), creada en 1975, tiene por finalidad recuperar a los niños de 0 a 3 años que presentan desnutrición primaria o secundaria. Desde 1993 este proyecto se extendió a la Argentina y Paraguay.17

En el Perú, la estrategia Nacional CRECER se creó en julio del 2007 por un decreto supremo como una estrategia coordinada para la reducción de la pobreza que articule a todas las entidades públicas, el gobierno nacional, gobiernos regionales, locales y todos los sectores involucrados, con la finalidad de promover, facilitar y cumplir las metas de re-ducción de la pobreza.18

Así mismo, los responsables del Programa JUNTOS encontraron que casi el 18% de los beneficiarios estaba fuera de la condición de pobreza, aunque se encontraban cerca de estarlo, y solo el 49% se encontraban en el grupo de pobreza extrema, lo que demuestra lo complejo de su aplicabilidad y la carencia de precisión en la selección.18

En mayo del 2009, el INEI informó que se había logrado una reducción de la pobreza en el Perú de 12,4 puntos, desde 48,6 hasta 36,2 (casi 5 puntos más que en el 2010). La misma entidad gubernamental posteriormente informó que en ese mismo año se llegó a 31,3 puntos. En el 2009 se redujo en 4,5 puntos la pobreza extrema, es decir, casi 3,5 millones de personas habrían dejado la condición de pobres entre el 2004 y 2009.19,20,21

DESNUTRICIÓN Y POBREZA

La desnutrición reduce el crecimiento económico y perpetúa la pobreza en un país a través de tres rutas: por una pérdida directa de la productividad, debido a las disminuidas capacidades físicas de las personas afectadas; por las pérdidas indirectas, debido al compromiso de la capacidad cognitiva y a un pobre desempeño educativo de los niños y por pérdidas debido a un mayor costo de la atención de la salud a largo plazo.11

Los estragos que provoca la desnutrición en los infantes son los más lamentados por una sociedad. La infancia es una etapa trascendental en el proceso evolutivo del hombre, caracterizada por el crecimiento y desarrollo, por lo cual es indispensable, sobretodo, una adecuada nutrición infantil.15

La pobreza y la disminución del poder de compra son las causas fundamentales de la desnutrición. Los estudios muestran la asociación entre los ingresos familiares, la desnutrición de los niños y una gran inequidad en la distribución de la riqueza.13

Velásquez,10 en el reporte de su meta análisis de 14 revisiones, concluye que el incremento de los ingresos familiares puede mejorar la desnutrición al incrementar la capacidad de compra y la ingesta de calorías, especialmente de los más pobres. Sin embargo, influyen también en el estado nutricional: la producción y disponibilidad de alimentos, la distribución de los gastos familiares, el saneamiento ambiental, el nivel educativo, la escasez de tiempo que se le dedica a los niños; asimismo, la inequidad, que puede ser vista en un hogar machista donde primero se alimenta al padre, que es quien tiene que seguir trabajando, donde se alimenta mejor al hijo varón que a la mujercita, al primer hijo que al último y se relega al final a los ancianos.

Müller y Krawinkel, en el 2005, presentaron sus conclusiones de casi 15 años de estudios para tratar de explicar la relación causal entre la pobreza y la desnutrición: Son determinantes de la desnutrición: la insuficiente seguridad alimentaria en el hogar, el insuficiente cuidado del niño y de la madre, las enfermedades, los ambientes no saludables, el insuficiente suministro de proteínas, energía y micronutrientes, las frecuentes infecciones diarreicas, etc. Por lo cual, la desnutrición no solo depende de la capacidad de compra de las familias sino también del tiempo de la madre y el cuidado que se les prodigue a los niños.22

Los niños con desnutrición tienen antecedentes biológicos, sociales y familiares inusuales. Las familias con niños desnutridos viven en condiciones de mucha pobreza y desorganización. Los estados críticos de desnutrición pueden afectar significativamente el desarrollo del cerebro, si la desnutrición tiene lugar durante los periodos decrecimiento y maduración cerebral. En poblaciones donde la desnutrición es endémica, el contexto socio económico de la desnutrición está constituido por múltiples variables (número de embara-zos, escasamente espaciados, partos múltiples, escaso peso al nacer, destete temprano) que pueden afectar adversamente la estructura cerebral, el funcionamiento intelectual y la capacidad de aprendizaje.23

En el Perú, la incidencia de casos de Kwashiorkor y marasmo nutricional entre niños de temprana edad en el Perú permiten el estudio de la posible relación entre la deficiencia mental y el estado nutricional del individuo durante la infancia.24

Estudios experimentales con ratas demuestran que ratas desnutridas durante la lactancia y con dieta baja en proteínas por un periodo de 8 semanas muestran un retardo marcado en el aprendizaje y resolución de laberintos.25

Un estudio (en el que se utilizaron los resultados de una prueba de selección de 8 objetos), sobre el comportamiento cognitivo y manipulativo en niños de Lima que habían sido tratados de desnutrición severa, demostró que los niños que presentaban una rehabilitación somática mostraban aún un severo retardo en su habilidad cognoscitiva y mani-pulativa, al ser comparados con un grupo de control sin historia de desnutrición.24

Los programas de intervención nutricional han ido evolucionando y cambiando su énfasis inicial de controlar la carencia de proteínas por el de controlar la deficiencia calórica y finalmente por el de suplir las deficiencias de micronutrientes.

Es importante reconocer, además, que los efectos de la desnutrición se valoran a corto y largo plazo. En un primer momento aparecen enfermedades diarreicas, deshidratación, alteraciones hidroelectrolíticas, depresión de la inmunidad, infecciones y pérdida de peso, trastornos hematológicos, cardiorrespiratorios y renales. Más tardíamente aparecerán el déficit de talla y la disminución del coeficiente intelectual. Además, no olvidemos que la pobreza va casi siempre acompañada de una carencia psíquica y afectiva. Este daño no solo afecta al individuo sino a la sociedad entera, ya que la principal riqueza de un país reside en su capital humano.17

El beneficio de la mayor estimulación pre¬escolar se expresa en la mayor capacidad de aprendizaje y desarrollo social del niño. Los niños en extrema pobreza con riesgo de desnutrición reciben muy poca estimulación pre escolar. La problemática social que da origen a la desnutrición infantil, posee numerosos condicionantes que deben ser tenidos en cuenta a la hora de plantear soluciones, de tal manera que los programas sociales con enfoque integral desarrollen una estrategia de intervención de gran impacto sanitario sobre la población de bajos recursos, con una elevada repercusión social que potencie a la familia y su entorno como base del correcto desarrollo físico e intelectual del niño, unido a un aporte adecuado de nutrientes, que le permitan al niño desarrollar su potencial genético.17

Los programas sociales de atención integral del niño desnutrido, a cargo de profesio-nales especializados, deben apuntar hacia la incorporación y compromiso de la madre en el cuidado diario de su hijo, siendo esta una estrategia importante para la recuperación significativa del grado evolutivo psicomotor, del peso y la talla de los pacientes.17

En términos económicos, la salud y la educación son las dos piedras angulares del ca-pital humano, el cual es, según demostraron los premiados con el Nobel Theodore Shultz y Gary Becker, la base de la productividad económica del individuo. Como ocurre con el bienestar económico de cada familia, la buena salud de la población es un factor esencial para la reducción de la pobreza, el crecimiento económico y el desarrollo económico a largo plazo a la escala de sociedades completas.2

El Programa JUNTOS es un programa de transferencia condicionada de dinero en efectivo, cuyos objetivos son: contribuir con la reducción de la pobreza y la desnutrición crónica infantil y acabar con la transferencia intergeneracional de la pobreza, mediante el desarrollo del capital humano, principalmente en las poblaciones en riesgo y exclusión social. En el año 2009, la asignación presupuestaria del Programa JUNTOS representó el 8,2% del presupuesto total asignado a los programas sociales.19,26

IV. DISCUSIÓN Y ANÁLISIS CRÍTICO

La problemática social que origina la desnutrición infantil posee numerosos condicionantes y resulta indispensable que sean tomados en cuenta en el momento de la elaboración de las políticas de Estado para lograr el correcto desarrollo físico e intelectual de nuestra niñez, asegurando un adecuado aporte de nutrientes que les permita alcanzar al máximo sus potencialidades genéticas.

La pobreza casi siempre acompañada va de una carencia psíquica y afectiva. No es difícil imaginar hogares incompletos o con padres ausentes y niños que se crían encerrados o trabajan arriesgando sus vidas desde muy temprana edad. Este daño no solo afecta al individuo si no a la sociedad entera.

En el Perú existen 56 lenguas nativas; el quechua y el aymara son hablados por casi 7,5 millones de personas. Así mismo, 300.000 personas hablan lenguas de origen amazónico, pertenecientes a doce familias lingüísticas. Por ello, debe tomarse seriamente en cuenta la gran diversidad cultural, étnica, lingüística, socioeconómica y geográfica del país que hace que las cifras reales sean muy distintas a las presentadas por el INEI, que pensamos tienden a esconder involuntariamente la real magnitud de los problemas de las zonas más alejadas.

CEPLAN, Centro Nacional de Planeamiento Estratégico, ha propuesto reducir a 13% la pobreza en el Perú para el bicentenario; pero para lograrlo, el crecimiento sostenido de la Nación deberá ser de alrededor de 5% anual.

Salvando las cuestiones teóricas, ¿no resulta acaso ofensivo que dentro de diez años se sigan muriendo niños y madres por causas previsibles y que para el 2021, en el mejor de los casos, aún 13 de cada 100 personas sigan sumergidas en la pobreza? Resulta inconcebible que en el Perú hermosas ciudades turísticas sigan en el subdesarrollo con ausencia de asfalto en sus pistas y carreteras.

Resulta paradójico que se hable de la disponibilidad de alimentos cuando en nuestras poblaciones rurales es una práctica casi habitual el vender sus cuyes o gallinas en vez de aprovecharlos para su consumo y propia alimentación, aunque la razón también sea económica y tengan el gran temor de quedarse sin sus únicas fuentes de ingresos.

Por ello es necesario que el gobierno establezca prioridades claras. En lo que se refiere a la atención sanitaria, se deben elaborar macropolíticas orientadas a disminuir las desigualdades en materia de salud y redistribución de las riquezas, desigualdades que afectan y convulsionan al país. Se encuentra bien documentado que en las zonas en donde se explota el oro, como Ayaviri (Puno), Cajamarca o Moquegua, las comunidades nativas son las más pobres.

Los teóricos nos dicen que las desigualdades existentes por regiones trae consigo una dificultad estructural, lo cual es cierto pero al mismo tiempo eso hace más grande y rica a nuestra nación. Hay que disminuir la pobreza, procurando atraer inversiones y desarrollando actividades productivas, con el propósito de lograr la desaparición de la desnutrición en el Perú, pero, ¡ahora!, no dentro de 50 años.

Se nos dice constantemente que en el transcurso del tiempo el número de personas con hambre seguirá siendo alto a pesar de la bonanza económica y que esto nos indica que el problema del hambre es un problema estructural. Creemos firmemente que el problema no es solo estructural; es social y pluricausal. El INEI nos describe que el crecimiento ha favorecido a los que pudieron aprovechar las oportunidades de trabajo.

Joan Benach nos relata con estupor, en «Aprendiendo a mirar la salud», que doscientos cincuenta millones de niños y niñas transportan ladrillos, acarrean basura, fabrican de sol a sol bombillas, alfombras o balones de fútbol, mientras que el jugador de baloncesto más famoso de la historia, Michael Jordan, percibe en un año más ingresos en publicidad por la marca de zapatillas deportivas que llevan su nombre que el conjunto de los 30.000 trabajadores indonesios que las fabrican.27 Si hablamos de que equidad es la búsqueda de una sociedad más justa, el ejemplo por demás demuestra que estamos muy lejos de ser una sociedad solidaria y, mucho menos, justa.

Según el director de la FAO, Jacques Diouf, hasta el año 2010 se redujo las cifras de pobres en el mundo de 1.023 a 925 millones. Esa reducción de 98 millones de pobres pareciera ser el momento del inicio de poder ver la luz al final del túnel.4

Lo lamentable es que de los casi 11 millones de niños menores de 5 años que mueren anualmente en todo el mundo, la mitad lo hace a causa de la desnutrición, como bien lo resalta Ortiz.17 Mientras el primer mundo vive en el exceso y la opulencia, el tercer mundo y con ellos 1000 millones de personas se debate en la más cruda necesidad.

Sachs, un renombrado economista con un gran sentir social, señaló hace más de una década, como muchos otros estudiosos, lo injusto del círculo vicioso de la pobreza, pero también planteó las posibles alternativas de solución. Si bien es cierto que sus planteamientos fueron hechos en una época de bonanza económica, no dejan de tener vigencia. La estrategia de financiamiento debería estipular un incremento progresivo de los fondos para el gasto público de salud, con cargo a presupuestos equivalentes, hasta llegar al 2% del PBI en el año 2015. Para los países de ingresos bajos, esto significaría un desembolso presupuestario adicional de 40.000 millones de dólares para el 2015. Estas cifras son muy significativas para economías, como la nuestra, en crecimiento.2

Así mismo el «gran empujón» o «big push» del mundo industrializado sería aportar con el 0,7% de su PBI a la lucha contra la pobreza en el mundo.28 El norteamericano Joseph E. Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001, no es partidario de la transferencia de recursos económicos de los países ricos a los pobres pues, según su tesis, ese dinero finalmente no llega a los más necesitados.29 Y las cifras de la prevalencia de la desnutrición en los países en vías de desarrollo parecieran darle la razón. A nuestro modo de ver, la ayuda es necesaria, es humana e indispensable, como lo son también los programas de ayuda social con participación comunitaria, supervisados por entidades mixtas y el clero, para que dicha ayuda no se pierda y llegue a su destino final.23

Se sabe que en los programas que apoyan a las familias con dinero, este un poderoso incentivo para cambiar hábitos de conducta e incrementar el uso de servicios preventivos de salud, como lo demuestra en el Perú el Programa JUNTOS. Así mismo, lo demuestran los programas mexicanos y hondureños, pues en dos años de intervención la talla de los niños se incrementó en 1,1 cm en promedio, aunque aún por debajo de los estándares de la OMS, y la prevalencia de anemia tuvo una disminución significativa de casi 11%, lo que permitía a los niños poner más atención en clase, dormirse menos y mejorar su rendi-miento escolar.12

No olvidemos que el gasto en salud de un país es un indicador de la ética de una nación y, en particular, del valor de la vida, de la muerte, del cuerpo y del bienestar, para la población de un país, expresados en su cul¬tura sanitaria y social.2,30

Debemos recordar que se conoció un estudio de la UNICEF del 1981 destinado a solu-cionar la situación de los 500 millones de niños más pobres del mundo. Entregarles una mínima asistencia sanitaria, agua potable y condiciones higiénicas básicas, alimentación y educación elemental costaría 100.000 millones de dólares. Basta comparar la cantidad de 250.000 millones de dólares gastados en ese mismo periodo de tiempo en defensa durante ese mismo año por el tercer mundo. Han pasado casi 30 años y la inacción a favor de los más pobres ha primado sobre la acción efectiva.31

La Organización Mundial de Salud (OMS) dedicó unos 83 millones de dólares en un lapso de 10 años a eliminar la viruela en el mundo. Esa suma es el equivalente comprar un solo bombardero estratégico moderno. El programa de la OMS para eliminar el paludismo en el mundo, cuyo costo aproximado se calcula en 450 millones de dólares, avanza lentamente debido a la falta de fondos. Sin embargo, su costo total hasta ahora representa solo la mitad de lo que se gasta cada día para fines militares.20

En los primeros meses del 2006 la FAO constató que al ritmo actual, los Objetivos de Desarrollo del Milenio se alcanzarían en el año 2150 y no en el 2015.21

Las estrategias ya están formuladas, necesitamos fortalecerlas. Se debe priorizar la atención a la población pobre, dispersa y excluida. La inequidad se ve en las poblaciones más dispersas. Los siguientes años deberán ser de prevención y promoción de la salud.

Educar a las madres para que lleven tempranamente a la consulta a sus niños, pro-tegerlas para desaparecer la mortalidad materna evitable para que disminuyan drásticamente esos 600 hogares que se quedan sin madre al año por complicaciones del embarazo, parto y puerperio. Madres bien educadas preferirán la calidad al sabor, evitando así alimentos procesados, comidas rápidas y menos elaboradas.31,32

Se ha demostrado que existe una relación directa entre el PBI y la nutrición. Los países con más recursos dedicados a la agricultura tienen menos niños desnutridos y que el PBI per cápita tiene una relación negativa con la tasa de desnutrición. Así, un incremento en diez puntos del PBI reduciría en 6,8 puntos la tasa de desnutrición, siempre y cuando esto se dé en un escenario de equidad y justicia social y se genere en el país mayor inversión social pública y privada en los factores subyacentes de la desnutrición, tales como la seguridad alimentaria, saneamiento ambiental, transferencias económicas, acceso a servicios de salud, aumento del número de puestos de trabajo, entre otros.10,23

Debemos dejar de considerar, como decía el sacerdote católico Gastón Garatea, que salud y educación son los parientes pobres del Estado y para lograrlo, la sociedad civil deberá realmente cumplir su función.

A raíz del presente ensayo, nos quedan algunas preguntas sueltas:

¿Cómo afecta realmente la pobreza al desarrollo intelectual de los hijos de quienes fueron niños desnutridos? ¿Qué potencialidades se ven frustradas, o son solo las posibilidades de desarrollo las que se afectan?

¿Qué tanto podemos recuperar a esos niños, que tanto de su potencial irremediablemente se perdió?

¿Cómo hacer para tener el tema en agenda del Estado que debemos ser más ambiciosos que CEPLAN en la lucha contra la pobreza?

¿Cómo obtener mayor apoyo a la investigación de campo en pobreza y desnutrición, por parte del Estado y la empresa privada?

¿Esla urbanización en sí la que reduce la lactancia materna o es el abandono involuntario de la madrea u sus infantes por tener que trabajar en la gran ciudad?

¿Qué priorizar y que líneas de nutrientes podemos investigar? ¿Cuáles serán los retos que nos haremos como sociedad civil para aportar en la solución del problema. Nos contentaremos con reducirla o nuestra generación buscará desaparecerla?

¿Pueden los biohuertos domésticos funcionar en el Perú, como lo hicieron en Bangladesh?

¿Cómo concientizar a nuestra sociedad de que el problema no es solo del Estado y de que la carga de desnutrición infantil de hoy nos pasará la factura mañana, y que tendremos que vivir en una sociedad globalizada en un mundo cada día más competitivo?

IV. CONCLUSIONES

El compromiso político para la lucha contra la pobreza debe de ser total. La salud y educación deben ser los estandartes del Estado y la sociedad civil, no solo en épocas de elecciones.

Debemos priorizar en la población pobre, que se encuentra dispersa y excluida. La inequidad se ve en las poblaciones más dispersas. Los siguientes años deberán ser de una real prevención y promoción de la salud.

El abordar las desigualdades en materia de salud que afectan a las mujeres y a la infancia no solo debe ser un asunto de justicia social.

La desnutrición es una de las muchas privaciones que caracterizan a la pobreza crónica y contribuyen al rezago en el desarrollo intelectual que sufren los niños y posteriormente la sociedad.

Es necesario y estratégico fortalecer las alianzas existentes y crearlas en todos los niveles, con la finalidad de hacer desaparecer las brechas que generan desigualdad y perennizan la pobreza y con ella la desnutrición.

La educación de las madres tiene un impacto innegable en la nutrición de los niños y sobre todo en los más pobres.

El papel de la participación comunitaria, y el de la movilización de una amplia alianza entre los sectores públicos y privados, resulta de importancia decisiva para combatir la pobreza en el Perú.

Es nuestra obligación invertir en la atención primaria de la salud y salvaguardarla, asegurando el acceso irrestricto a ella de los más pobres.

Necesitamos una infancia si parásitos y sin diarreas, con vacunas, sin hambre y con lactancia materna exclusiva.

El Estado debería propiciar trabajos en casa o vía internet o un bono equivalente a un sueldo mínimo vital para que las madres trabajen quedándose en sus casas y cuidando a sus niños pequeños, cuidando al futuro de nuestra nación.

V. REFERENCIAS

1. Tortosa JM. La pobreza capitalista: sociedad, empobrecimiento e intervención. Madrid, España: Tecnos; 1993. p. 17-19.

2. Sachs JD. Macroeconomía y salud: Invertir en salud en pro del desarrollo económico. Informe de la Comisión Mundial de la OMS sobre Macroeconomía y Salud. Canadá: Hope Steele; 2002. p. 82.

3. Banco Mundial. World development report 1990: Poverty. Oxford, UK: Oxford University Press; 1990. p. 26-27.

4. Diouf J, Sheeran J. El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo: La inseguridad alimentaria en crisis prolongadas. Informe anual de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y del Programa Mundial de Alimentos (PMA) 2010: FAO-PMA: Roma, Italia; 2010.

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http://www.indexmundi.com/g/r.aspx?t=0&v=30&l=es [Nota del editor].

(*) El doctor Chrisitian Miranda Orrillo es médico del Hospital Guillermo Almenara Irigoyen, nefrólogo; tiene un Doctorado en Salud Pública.

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